miércoles, 29 de abril de 2009

la vida te da sorpresas,

sorpresas te da la vida. dicen por ahí los sabios contemporáneos que no hay algo más satisfactorio que obtener algo que no esperas. o que esperas, sí, pero con cierto dejo de esperanza gastada tantas veces. esperas sin esperar nada en realidad, esperas por inercia y sin pensar mucho, tratando de no ilusionarte. porque claro, para los demás puede ser banal, pero para ti... uf, para ti es todo.
y justo cuando sentías que el destino y el presente te daban las espalda, allí está, la oportunidad de salir adelante: la luz tan cliché que se vislumbra al final del túnel. tienes frente a tu nariz la posibilidad de empezar tu camino, el que sabes siempre supiste tan tuyo. se alejaba hace un tiempo, cierto, pero vuelve. y en gloria y majestad si me permiten decirlo. vuelve a cobrar sentido el levantarse en las mañanas, no para copuchar en los pasillos del hospital, para abrazar amigos ni para verlo a él. la vida está llena de esos pequeños detalles, no lo niego, pero no es el sentido.
te das cuenta por fin, que dios sí está detrás de todo y a tu lado. tan dispuesto como siempre a acompañarte durante la travesía que estás por comenzar.


domingo, 26 de abril de 2009

te amo (parte II).

un te quiero iba y un te amo venía. vivimos en un régimen de inequidad de palabras un tiempo. no sé si fue poco o mucho, no sé si pasaron semanas o meses. llegó un momento en que dejé de contar y sin presiones, pensé. como pocas cosas en mi vida, no lo tenía planeado.
y como siempre, de la nada me invitó a dar un paseo sin rumbo (al menos eso decía). y conducía el auto mientras yo no podía mirar el camino ni las luces, ni menos fijarme en las arboledas o la carretera. cómo quedarme prendida en otra cosa si tenía su maravillosa forma de ser instalada a unos centímetros de distancia. sonreía sin saber por qué y sabiéndolo al mismo tiempo. cantamos y reímos, tan felices como si hubiésemos descubierto en ese instante cómo se sentían los protagonistas de mi pelicula favorita, esa que vimos juntos sin saber lo que vendría.
a cientoveinte y más, nos dirigimos al refugio de los dos, una vez más, o fue la primera, ya no sé. en la inocencia y ansiedad del comienzo de nuestra historia, instauramos sin saber el ritual más propicio para hablar y mirarnos, mirar y hablarnos con esas miradas: una noche de cocina y un par de tragos para amenizar. era invierno, eso lo recuerdo bien, porque estaba la bosca encendida desde que llegamos. rió como un niño de cinco años y me dijo que tenía una sopresa.
nos sentamos codo a codo, de frente hacia el calor de la madera quemándose... y entre uno y otro marshmallow, se escapaban las cenizas jugando entre mis sinceras pestañas agitándose. entretanto, con la sonrisa en los labios y mi mano en su mano, se escapó gustoso mi primer te amo.


para ti, porque no hay nadie como tú. a ti se dirigen mis palabras, llenas de vida propia y de tantas cosas que aún no sé escribir. a ti y sólo a ti, amor del momento, amor de la vida.

domingo, 19 de abril de 2009

te amo (parte I).

como siempre, debería estar en otra cosa. como ya deben saber bien ustedes, mis queridísimos lectores (los tengo plenamente identificados; pocos, pero güenos), a esta mujer no le gustan mucho las reglas, de hecho las desprecia un poco-bastante. sooo, here i am. nuevamente haciéndome la que no quiere escribir, así como que no quiere la cosa, no bueno ya. hoy, las palabras son para ti, mi lector número uno, el que siempre obtiene la primicia, el que se jacta por dentro (yo lo sé) de ser el inspirador indiscutible.


y así de la nada, me dijo te amo. yo no escuchaba hace un tiempo esas palabras, así que me tomaron por sorpresa. bueno, y si soy completamente sincera conmigo y contigo, hace más que un tiempo, no las escuchaba de alguien que realmente las sintiera. te amo, qué digo, pensé. cómo contestar si no sabes qué decir. cómo devolver un te amo sin antes haberlo pensado. y es que así soy, tan buena para pensar y re-pensar todo cuanto acontece, todo cuanto no sucede también. y cómo decir te amo, sin que suene a partido de tennis donde tú me lanzas la pelota y yo la golpeo hacia ti. cómo decir te amo...
y así del todo, me quedé callada. sí, como si me hubieran comido la lengua los ratones. tan desagradable como suena, guardé silencio, entre una sonrisa y un sonrojo más que evidente. qué difícil inventar frases con la mente en blanco y qué fácil dejar a este ser parlante por excelencia tan silencioso como el vacío. qué decir, cómo decir te amo otra vez. cómo decírselo a otro, a ese que por fin se convertía en el único... y sin embargo, cómo desligar la frase de un cuerpo pasado, de una historia pasada, de un sufrimiento pasado. miedo, pavor, terror, cómo definirlo. cómo decir te amo.
y así, como si nada, me dijo que no había apuro. tal y cual, no hay apuro. y me dejó sin palabras, otra vez.


quién creería esta historia, si hoy en día no puedo pasar muchos minutos sin decir cuánto te amo, cómo te amo, hasta cuándo te amaré. bueno, por siempre, tú sabes.